lunes, 31 de diciembre de 2007

5 minutos cuasi eternos, nada de superfluos.


Mis momento de ocio no son los mejores, en momentos así mi creatividad la ocupo para cosas superfluas y muchas veces absurdas que incluso yo me sorprendo de cada tontería que pasa por mi mente. Pero me dije, seré una nueva mujer, incluso los momentos menos notables de mi vida pasaran a ser fabulosos.

Así me dirigí a la puerta de mi casa a observar, algo que este año practiqué en demasía. Tomé mi cuaderno celeste con tapas de goma eva, un lápiz que encontré botado, agarre el celular, deje el cronometro y me dije – 5 minutos –, jamás había sentido que cinco minutos duraran tanto.

En estos cinco minutos observe muchas cosas, puede ser por diferentes motivos los que ocasionaron que ocurrieran tantas anécdotas; último día del año, mi celular es mágico y cuando le dejo el cronometro suceden más cosas de las normales, solo fue coincidencia o a dios bufón le dio contra mi.

36 vehículos motorizados; camiones, autos, jeeps, camionetas, incluso en los últimos minutos un escarabajo, sí, aquél bicho motorizado que me quita el sueño. Y esto es raro, cada minuto son sesenta segundos y en cinco minutos son trescientos segundos, eso quiere decir que cada 8,3 segundos en promedio pasaba un auto, notable. Por eso mismo digo que es algo raro, jamás pasan tantos autos, ¡ah¡ debo añadir que casi presencie dos accidentes, era una camioneta roja cuatro por cuatro, y como que va frenando y un hombre rechoncho de camisa amarilla camina con aquel trote tan característico de los chilenos, y un taxi casi colisiona con un pequeño auto blanco. También pasaron tres triciclos azul, amarillo y rojo, no se por que me llamaron la atención, sólo lo hicieron.

Al frente de mi vista, hay una plaza, había un grupo de amigas, una se levanto de donde estaba descansando y caminando se iba yendo, y una amiga le grito algo incomprensible para mí, así la señorita que caminaba miro para atrás, dio majestuosidad de poder, tomo un teléfono y llamo, me dije… no, no me dije nada, para decirme cosas, y reflexionar no tengo cabeza.

Hay que recordar que era un momento de ocio, pero donde esta lo raro, claro, no es normal ver una pareja y pensar como se verán teniendo sexo oral ¿qué feo cierto?, yo tratándome de implicar en la intimidad de alguien por mi desvergonzada imaginación. Y con esta desvergonzaba imaginación observe a la izquierda, luego a la derecha, ahí venía aquél, con aquella templanza que le caracteriza y aquella sonrisa que tanta alegría me ofrecía, pero sólo era un juego imaginativo del cual yo quería que fuese de verdad y no prácticamente un lío, reaccioné y ahora si que me dije algo – son buenos los sueños, pero no hay que vivir de ellos. -


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